EDUCACIÓN EN LA SOCIEDAD
ESCLAVISTA
Relacionado a la producción de la base de la propiedad privada sobre
los medios de producción y sobre todo en los trabajadores.
Aparece la primera división de la clase social.
La educación esclavista pierde la naturaleza de ser homogénea y
espontánea, se convierte a una clase clasista, privilegiada por ende
considerando un sistema escolarizado y no escolarizado.
La sociedad esclavista fue típica de la Edad Antigua, aunque no
desapareció en las legislaciones de occidente, sino luego de la prédica de
libertad de los revolucionarios franceses.
Entre las sociedades esclavistas del mundo antiguo podemos citar a
Egipto, los pueblos de la Mesopotamia Asiática, Grecia, y sobre todo Roma, que
por sus extensas conquistas sometió a casi todo lo que hoy conocemos como
Europa y el norte africano. Sabios de la talla de Platón o de Aristóteles, que
nos sorprenden por su grandeza moral, aceptaron sin embargo la existencia de
esclavos.
SÍNTESIS
ANÁLISIS:
La sociedad esclavista es la primera etapa donde educación ya toma
importancia con fines lucrativos o de explotación u opresión de la clase
dominante hacia la clase dominada. El hombre se vuelve objeto de producción del
capital u propiedad privada. La educación es sistemática y limitada.
CRITICA:
La esclavitud tiene por naturaleza muchas criticas negativas ya que
fue la etapa donde se le oprime al hombre desprendiéndole de su libertad por
conocer y pensar tan solo por el color de piel o rasgos sociales y cultura.
RECONCEPTUALIZACIÓN:
La educación esclavista fue la etapa educativa más trascendental y
diferida por separar o privar al hombre de su libertad para dedicarse mas a lo
material que lo espiritual donde la clase social dominante se aprovecha de la
clases social baja y le ofrece una educación limitada y especial para la
producción.
APLICACIÓN:
Para nuestra carrera profesional aplicaríamos solo la organización
grupal ya que de aquí ya nacen las organizaciones de trabajo y además del
trabajo práctico para el campo informativo.
http://estefy16.over-blog.es/article-28962507.html
EDUCACIÓN HEBREA
Su libro sagrado es el talmud. La educación se daba en un
principio dentro del seno familiar. La escuela elemental fue una institución
tardía. Su método de enseñanza se basaba en la repetición y la revisión. La
escuela se organizaba en tres clases: la migar, la mishnath y la guemara; en
todas ellas existía el ideal teocrático.
1) LA EDUCACIÓN HEBREA
La educación Hebrea estuvo basada en un Dios único, Jehová –
espíritu purísimo, creador de todo lo existente, no admitía dioses vasallos o
rivales. El ideal pedagógico fue formar al hombre virtuoso, piadoso, honesto.
Para comprender los inicios de la educación cristiana se debe
investigar necesariamente la educación de los hebreos, el pueblo escogido por
Dios. Puesto que es necesario recordar que toda la enseñanza de este pueblo se
caracterizó por ser una educación religiosa.
La educación hebrea comenzaba casi cuando el niño empezaba a
hablar. Se llevaba a cabo en el interior de la familia, y eran los padres los
encargados de traspasar sus tradiciones a los hijos.
PROPÓSITOS DE LA
EDUCACIÓN HEBREA
La educación de los hebreos siempre ha sido teocéntrica. Como el
pueblo escogido por Dios los hebreos concentraban su enseñanza en procurar que
todos viviesen en la voluntad de Dios, cumpliendo la ley. En cuanto a los propósitos
de la educación hebrea podemos mencionar tres:
• Transmitir la herencia histórica. Generalmente se hacía en
forma oral. Se exhortaba la ley.
• Enseñar en la conducta ética y moral. Se enseñaban los
principios básicos de disciplina y conducta.
• Asegurar la presencia y adoración de Dios.
SISTEMA EDUCATIVO
El pueblo hebreo contaba con distintas instituciones o líderes
dedicados dentro de él, para entregar enseñanza.
A) Educación Familiar
Fue, durante siglos, la única forma de educación existente en Israel,
y aún cuando advinieron otras formas, continuó siendo la educación fundamental.
La obligación de la familia era educar a sus hijos, según el precepto de Moisés
que reproduce la Voluntad de Dios: "Enseñaréis estas palabras a vuestros
hijos para que las mediten, hablando de ellas cuando estéis en casa, o de
camino, al acostaros y al levantaros".
Se enseñaba a los jóvenes y niños con los siguientes contenidos:
• La Ley de Dios: sus mandamientos y preceptos.
• La oración: en la que los Salmos ocupan un lugar de
privilegio.
• La Historia Sagrada: que abarca la religión, la geografía; la
historia de los pueblos circundantes y su cultura; las leyes del culto, leyes
morales y civiles.
• La música, bajo sus diversas manifestaciones: canto,
instrumentos, danza.
• La escritura, cuya enseñanza no era obligatoria, pero no era
inusual.
• El oficio, habitualmente propio de cada familia, y trasmitido
de padres a hijos.
• La educación de la mujer no era desatendida en Israel. Se les
enseñaba a las mujeres: Las Sagradas Escrituras, hilar, tejer, cocinar, cuidar
los rebaños, la administración de los bienes.
2.- EDUCACIÓN ELEMENTAL O
MINGRAH
Se administraba en la “CASA DEL LIBRO” enseñándoles la lectura,
escritura, religión, ciencias y artes. Los niños asistían a partir de los 6 a
10 años.
El maestro era el sofer (expertos en caligrafía hebrea) o
escriba.
3.- EDUCACIÓN MEDIA O
MISHNAH (ESTUDIO, REPETICIÓN)
De los 10 a 15 años los niños asistían a la ESCUELA DE LEYES,
donde estudiaban la ley, tanto jurídica como religiosa, así como también la
música.
4.- EDUCACIÓN SUPERIOR O
GUEMARA
Para los jóvenes de 15 a 18 años pertenecientes a las
principales familias o aspirantes a escribas. Se estudiaban la ley, ciencias,
medicina, astronomía, geometría, literatura, teología, geografía, historia,
etc. Se formaban a los Escribas y Rabinos
El método de enseñanza se basó en la repetición (memoria) y en
la revisión, la forma dialogada fue muy frecuente.
Tenía lugar en la "Casa de Investigación o de
Estudio", en la que recibían su formación el escriba, pero también el
rabino y el doctor de la Ley.
a) El escriba
No sólo realizaban la labor de “copistas” a fin de preservar las
tradiciones escritas y orales de Israel, sino que también eran redactores e
intérpretes de la ley. Debía ser una persona de situación económica desahogada,
no sólo por el tiempo que demandaba su formación, sino también porque su
espíritu no debía quedar atrapado en el mundo de lo material, en el negocio y
los intereses: debía aplicarse por entero a la Palabra de Dios, a entenderla y
ponerla en práctica.
b) Los rabinos
Eran, fundamentalmente, maestros: maestros de doctrina (por la
predicación) y maestros de vida (a través del consejo y la guía espiritual).
Llevaban una vida itinerante, recorriendo pueblos y ciudades, enseñando en las
plazas, en las sinagogas, junto a los ríos o en las montañas, y también en las
casas. El pueblo en general los escuchaba, pero un grupo más reducido los
seguía, acompañándolos en sus desplazamientos y participando más íntimamente de
su vida y su doctrina: eran los discípulos.
c) El doctor de la
Ley
Personaje de gran autoridad y prestigio, vinculado a la Sinagoga
y al Sanedrín: teólogo, maestro, legislador y juez. La sabiduría de los
doctores, y su enseñanza, se encuentran recopiladas en el Talmud (siglos II a
XIII d.C.), que recoge la tradición erudita de Israel desde al menos el siglo I
a.C.
Se llegaba a ser doctor de la Ley tras largos años de
aprendizaje junto a un doctor, escuchando respetuosamente sus lecciones
(lectura de los textos sagrados, explicación de los mismos, etc.), memorizando
la doctrina, asistiendo a las discusiones entre los maestros. Los discípulos
interrogaban y eran interrogados, en forma privada o pública. También debían
procurar vivir de acuerdo a la Ley. Cuando el maestro consideraba que su
discípulo se hallaba suficientemente preparado para enseñar y comentar, lo
dejaba ir para que abriera su propia escuela: Israel contaba con un nuevo
doctor de la Ley, un nuevo sabio por su doctrina y por su vida, para
edificación del pueblo a través de la instrucción y el ejemplo.
d) Los Profetas
En cuanto al oficio de la profecía, se supone que es el profeta
la figura central en cuanto a la educación en el pueblo, por cuanto son
llamados a exhortar, predicar y anunciar el propósito de Dios y las verdades
que él quería transmitir a su pueblo, en un momento determinado.
Los profetas habitualmente se dirigían a los reyes (Educación
del gobernante), guiando sus decisiones de acuerdo a la Voluntad de Dios y al
pueblo (Educación del pueblo), al que exhortaban a la conversión pues a menudo
caía en la idolatría y pervertía sus costumbres.
LA EDUCACIONAL EN LA CULTURA EGIPCIA
Los antiguos egipcios le daban a la educación una gran
importancia. Sin embargo, sólo había un número limitado de escuelas a las que
asistían los miembros de la realeza, los hijos de los nobles, los de aquellos
que podían pagar por esa educación y aquellos destinados a ser sacerdotes o
escribas.
Los egipcios y egipcias del pueblo llano eran educados en
su propia casa:
Los hombres eran educados por hombres, siendo común que un
padre enseñara su profesión a su hijo.
Las mujeres en el Antiguo Egipto eran educadas por sus
madres en aquellas tareas propias de su posición social.
LA ESCUELA EN EL
ANTIGUO EGIPTO
Las escuelas en el Antiguo Egipto presentaban las
siguientes características:
A las escuelas sólo asistían niños, no niñas.
Los estudiantes vivían en su casa y asistían a las
escuelas.
Normalmente las escuelas estaban situadas junto a los
templos y a los edificios del gobierno y los profesores eran sacerdotes del
templo o escribas.
La jornada escolar duraba desde por la mañana hasta la
tarde, si bien en las horas de mayor calor del día había un descanso.
Cuando asistían a clase los estudiantes se sentaban con las
piernas cruzadas, colocando el material para la escritura en su regazo.
LA EDUCACIÓN EN EL
ANTIGUO EGIPTO
La educación de los niños egipcios en el inicio de la vida
escolar consistía básicamente en:
Practicar la escritura copiando textos. Utilizaban
tablillas de madera recubiertas de yeso blanco, lo que permitía limpiar lo
escrito y reutilizar las tablillas. Únicamente los estudiantes de mayor edad
podían utilizar papiro.
Escuela Antiguo
Egipto - Tablilla
Tablilla
Recitar de forma repetitiva sumas.
Aprender matemáticas básicas.
Una vez finalizado el aprendizaje de los aspectos
fundamentales, el estudiante continuaba con textos más avanzados,
mayoritariamente sobre la historia de Egipto y clásicos de la literatura
egipcia, además de recibir clases de distintas materias como por ejemplo:
Astronomía: para calcular las estaciones,...
Aritmética: para los cálculos comerciales,....
Geometría: para medir la tierra y realizar estudios
topográficos del terreno. Este aspecto era importante debido a la crecida anual
del río Nilo, que borraba los lindes. La geometría también era importante para
realizar los cálculos necesarios para la construcción de edificios, templos y
pirámides.
Matemáticas: los antiguos egipcios conocían la suma y la
resta, que hacían posible la multiplicación y la división. También conocían el
cálculo de quebrados. Los cálculos se realizaban con números enteros, que
expresaban mediante signos jeroglíficos, extraídos del sistema decimal.
Durante los últimos años de formación, los estudiantes ya
trabajaban con un maestro o asistían a algunas escuelas especializadas a cargo
de los principales empleadores de los escribas, como el Palacio Real, los
templos, el ejército y el gobierno. En estas escuelas el alumno recibiría
conocimientos específicos aplicables a los trabajos futuros.
LA EDUCACIÓN EN LA
CULTURA ROMA
ÉPOCA ANTIGUA (hasta el siglo II a. C.).
En esta
época antigua de la historia de Roma, la educación de los muchachos se limitaba
a la preparación que podía darle su padre. Se trataba de una educación de
campesinos, basada fundamentalmente en el respeto a las costumbres de los
antepasados (mos maiorum). Desde la más tierna infancia se les enseñaba que la
familia de la cual eran miembros constituía una auténtica unidad social y
religiosa, cuyos poderes estaban todos concentrados en la cabeza, en el
paterfamilias, que era el propietario de todo, con derecho de vida y muerte
sobre todos los miembros de la familia.
Hasta
los siete años era la madre la encargada de la educación de los hijos. La madre
es la maestra en casa. Ejerce, pues, un papel de suma importancia: no se limita
sólo a dar a luz al hijo, sino que luego continúa su obra cuidándolo física y
moralmente. Por eso su influencia en el hijo será importante durante toda la
vida de éste.
A partir
de los siete años era el padre quien tomaba la responsabilidad de la educación
de los hijos. Un padre enseñaba a su hijo -puer- a leer, escribir, usar las
armas y cultivar la tierra, a la vez que le impartía los fundamentos de las
buenas maneras, la religión, la moral y el conocimiento de la ley. El niño
acompaña a su padre a todas partes: al campo, a los convites, al foro, etc.
Por su
parte, la niña -puella- sigue bajo la dirección y el cuidado de su madre, que
la instruye en el telar y en las labores domésticas.
El
definitivo perfeccionamiento a su formación lo daba el ejército, en el que se
ingresaba a la edad de 16 o 17 años. La fuerza del ejército romano residía en
su disciplina: el cobarde era azotado hasta morir, el general podía decapitar a
cualquiera por la menor desobediencia, a los desertores se les cortaba la mano
derecha, y el rancho consistía en pan y legumbres.
A PARTIR DEL SIGLO
II a. C.
A partir
de los siglos III y II a. C. Roma entra en contacto con la cultura griega al
conquistar la Magna Grecia. Desde entonces, la superioridad cultural griega
marcará la cultura y la educación romanas. Maestros y rétores llegan como
esclavos a Roma y se dedican a impartir la docencia en las casas de sus dueños
e incluso abren escuelas, una vez obtenida la libertad.
La
implantación del sistema educativo griego no se hace esperar. De este modo, la
Roma rústica se va a convertir en portadora y transmisora del caudal
humanístico griego. A partir de ahora gran número de pedagogos, gramáticos,
retóricos y filósofos invaden las calles de Roma, y los romanos aceptan sus
enseñanzas (aunque no sin algunas reticencias).
Esquemáticamente,
la organización del sistema educativo es, pues, la siguiente:
Ø Nivel de estudios
Ø
Edad
de los alumnos
Ø
Nombre
del profesor
Ø
Planes
de estudio
Ø
Locales
Ø
Metodología
Ø Elemental (primario)
(En el Imperio, para pobres había escuelas gratuitas)
a) Enseñanza primaria.
La
enseñanza primaria ocupaba a los niños desde los siete años hasta los once o
doce. Esta primera enseñanza podía recibirse en casa, con profesores
particulares, pero la mayoría de niños y niñas acudía a la escuela del
litterator.
El niño
acudía a la escuela muy temprano, acompañado del paedagogus, generalmente
griego. La jornada solía ser de seis horas, con descanso a mediodía, y un día
festivo cada nueve días -nundinae- . El curso comenzaba el mes de marzo, y
había vacaciones estivales (desde julio hasta los idus -el 15- de octubre).
Las
escuelas eran locales muy humildes, donde había sillas o bancos sin respaldo
para los alumnos, que escribían con las tablillas apoyadas en las rodillas.
En la
escuela primaria se aprendía a leer, escribir y contar, bajo una férrea
disciplina que castigaba con severidad cualquier falta.
b)
Enseñanza secundaria.
La
enseñanza secundaria, impartida por el grammaticus, acogía a niños y niñas
desde los once o doce años hasta los dieciséis o diecisiete. Se centraba en el
estudio de la teoría gramatical, lectura de autores clásicos griegos y latinos
y comentario de los textos leídos. A partir del comentario del texto se
enseñaba a los niños geografía, mitología, métrica, física, etc.
c) Enseñanza superior.
Finalizada la enseñanza del grammaticus, el joven que decide dedicarse a
la oratoria y a la actividad pública pasa a la escuela del profesor de retórica
(rhetor), generalmente griego.
Después de
una serie de ejercicios preparatorios, el alumno se ejercitaba en la
declamación, en la que se distinguían dos géneros:
1.
Suasoriae, discursos sobre temas históricos. Eran monólogos en los que
personajes famosos de la historia valoran el pro y el contra antes de tomar una
decisión.
2.
Controversiae, discusiones entre dos escolares que defendían puntos de vista
contrarios sobre temas judiciales muy variados.
DERECHOS Y DEBERES DE PROFESORES Y ALUMNOS.
1. Los profesores.
Asuma ante todo
un espíritu de padre con respecto a sus alumnos, y piense que está en el lugar
de aquellos que le han confiado a sus hijos. No tenga él vicios, ni los tolere.
No sea desagradable su actitud austera, no sea excesiva su familiaridad; no
vaya a ser que nazca de la una odio y de la otra desprecio. Hable mucho de
honestidad y bondad, pues cuantos más avisos dé, menos castigará. No se deje
llevar nunca por la ira, pero tampoco deje pasar lo que debe corregirse. Sea sencillo en su
enseñanza, sufridor del trabajo, esté siempre cercano, pero no en exceso.
Responda gustoso a los que le preguntan, a los que no le preguntan, pregúnteles
de repente. En las alabanzas de las exposiciones de sus alumnos no sea tacaño,
pero tampoco exagerado, porque lo uno
provoca disgusto con respecto al trabajo, lo otro autosuficiencia. Al corregir
lo que debe, no sea duro, y mucho menos,
amenazador, pues a muchos les aleja del propósito de estudiar el que algunos
les repriman como si les odiasen. Diga alguna vez, es más, muchas, y
diariamente, constantes ejemplos sacados de la lección para su imitación, sin
embargo, según se dice, la viva voz alimenta mucho más y, sobre todo, la del
maestro al que sus discípulos, si están bien educados, aman tanto vomo veneran.
No se puede decir cuánto más gustosamente imitamos a quienes apreciamos.
Quintiliano, Instituciones oratorias.
2. Los alumnos.
Después de hablar
bastante de los deberes de los maestros, a los discípulos, entretanto, sólo les
recomiendo esto: que amen a sus maestros no menos que a los mismos estudios, y
crean que son sus padres, no físicamente hablando, sino en el plano
intelectual. Este deber hacia el maestro ayudará mucho al estudio, pues los
escucharán mejor y creerán en sus palabras, y desearán vivamente parecerse a
ellos. Finalmente vendrán contentos y entusiasmados a las reuniones de las
escuelas, no se enfadarán cuando se les corrija, se alegrarán cuando se les alabe, y se dedicarán
al estudio para ser los más queridos. Pues así como el deber de aquéllos es enseñar, el deber de éstos es
mostrarse dóciles. De lo contrario, una cosa no sirve sin la otra. Y así
como el hombre nace de la unión de uno y
otro progenitor, y en vano se esparce la
semilla si no la calienta el surco bien
mullido, de la misma manera, la elocuencia no puede desarrollarse si no
existe la concordia asociada del que transmite y del que recibe.
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